sábado, 12 de septiembre de 2015

Medidas aún no logran reducir filas en Caracas

En una fila de al menos 50 metros, un centenar de personas espera frente a un supermercado en el este de Caracas sin saber qué ni a qué hora podrán comprar algo. "Así nos toca ahora: pararnos como mendigos a esperar que llegue el camión y nos diga qué trae", dice Lina Fernández. Cuando llega el camión, tres horas después de inaugurada la fila, todos miran hacia el vehículo como si viniera una personalidad famosa. Especulan sobre sus características, a ver si adivinan qué trae, dicen: es aceite, es cloro, es jabón. El conductor –sudado, risueño, emocionado– grita: "¡Azúcar!", como quien imita a una famosa cantante de salsa. La gente, aliviada, suspira: todo indica que no van a volver a casa con las manos vacías. Al que no ha vivido la escasez en este país le podría dar la impresión de que acá hay de todo, a juzgar por los anaqueles de los supermercados que en su mayoría están abarrotados de productos: verduras, pastas, licores, lo usual. EN: El Universo, Año 94, No. 245 18 mayo 2015, p. 4